Fraga

Fraga
Se acabó. Ayer terminó definitivamente el curso 2012/13. Ya el viernes anterior decíamos adiós a los nenes, pero hemos estado una semana más en el cole para terminar papeleo y recoger las clases. 

Ha sido duro despedirse tanto de los nenes como vaciar la clase (ver tu aula pelada, sin fotos, sin dibujos, sin nada) pero sobre todo, despedirse de los compañeros. 
Han sido dos cursos completos en el CEIP Miguel Servet de Fraga, dos cursos con gente maravillosa a la que voy a echar de menos. Creí que sólo iba a estar un año y el último septiembre me sorprendió la noticia de que iba a volver. Fue como volver a un hogar, me sentí súper arropada, por eso esta despedida ha sido más dura de llevar. Pero claro, tantas alegrías como me ha dado este centro tienen que tener un precio.

Tras varios abrazos de esos que llevan sentimiento, muchos besos y buenos deseos, tuve que irme al coche. Aguanté sin llorar, pero llegué con un nudo en la garganta que me impedía hablar.
Si no puede ser un "hasta pronto", será un "hasta siempre". Gracias por todo.

Maldita indecisión

Maldita indecisión
Me odio. Odio mi parte indecisa.
Mil planes pensados para estos dos meses de "vacaciones" obligadas (aparte de un poquito de descanso, que lo necesito) y de repente me surge un proyecto que me desbarata todo. No sé qué hacer. Soy pura indecisión. No hago más que darle vueltas y buscar pros y contras, pero sin encontrar solución. Me cuesta tomar decisiones, sobre todo cuando son cosas que vienen de repente y no las tenía para nada contempladas. 

Mi plazo termina mañana por la mañana, presiento que esta noche va a ser muy laaaaaarga.

Domingo de relax

Domingo de relax
5:30 de la mañana del sábado. Suena el despertador. ¿Es una broma, no? Si me acabo de dormir!!!!!

Me levanto cual zombi, desayuno (no recuerdo ni el qué), me preparo un par de bocatas para la comida y me voy rumbo a Zaragoza. Viaje en silencio, escuchando las indicaciones del tomtom para llegar al cole adecuado. Llegamos. Mucha gente. Caras conocidas. Alegría a pesar de los nervios por ver a antiguas compañeras. Se hacen las 9 y entramos para el llamamiento. Sentadas un montón de rato (bueno, en realidad hasta las 10 no es tanto rato pero se hace muuuuuy largo) y nos traen los sobres con las preguntas y los supuestos prácticos que debemos resolver. Mi cara se descompone cuando empiezo a leer las preguntas. Pero antes de que los nervios me traicionen, respiro, leo despacio y empiezo a contestar basándome en cosas que he vivido durante mis dos años docentes. Preguntas terminadas, complicadas pero me he defendido. El caso práctico me saca una sonrisa y me pongo a escribir. A las 13:00 salgo de la primera parte. Me duele la mano y tengo mucha hambre. 

A las 15:00 estamos convocados de nuevo para otras 2 horas de examen (un sábado con 5 horas de examen, inhumano!!!!!!). Los nervios vuelven a alojarse en mi estómago. Intento recordar algún punto de algún tema y estoy en blanco. La histeria se hace dueña de mi cabeza. A las 15:45 la presidenta del tribunal sale corriendo y viene diciendo que los temas que han salido del bombo son el 8 y el 15. Respiro. De nuevo una sonrisa aparece en mis labios. El tema 15 acaba de materializarse entero en mi cabeza. Escribo durante 2 horas (ya no siento la mano) y salgo satisfecha. Podría haber ido mejor pero también peor, así que estoy contenta y sobre todo relajada.

Vuelta a casa, sin parar de hablar, con la música a tope y cantando como si no hubiera un mañana

Ya está. Primera parte de la oposición finiquitada. Buen sabor de boca pero faltará que al tribunal le guste mi manera de redactar y mis ideas. Pero eso ya se verá. Por lo pronto tengo por delante un domingo de relax :)
No. no lo soy. 
No soy fuerte. 
A veces lo parece. 
Pero no. Porque una chorrada (o no tan chorrada) puede hacer que me venga abajo.
Entonces aparecen ellas. Aunque no quiera. Aunque me niegue. Una película cristalina se forma delante de mis ojos. Y me enfado. E intento no pestañear. Pero al final, caen. Implacables. Duelen. Queman. Parecen que abren surcos en mis mejillas. Y se estampan silenciosas, aunque yo puedo las puedo oír. Me gritan cosas que no me gustan. Y entonces empiezo a llorar. Sin parar. 

La presión de estos días me está matando. Lentamente.

One week

One week
Sólo me queda esta semana.  
Para variar, el curso ha pasado en un suspiro. Era septiembre cuando me enteré que este año iba a ser tutora de una clase de 25 canijos de 3 años (de los que sólo 7 eran españoles y encima una nena con necesidades educativas especiales). Prometía ser un año duro, largo y lleno de aprendizajes. Ha sido duro en determinados momentos, y he aprendido muchísimo, pero largo, para nada. Sólo me queda hasta el viernes para disfrutar de ellos, y si me paro a pensarlo, se me encoge el corazón, porque seguramente no volveré a verlos. La vida de una interina. No puedes coger demasiado cariño a los niños porque tu estancia con ellos tiene fecha de caducidad. Sé que el año pasado también me aterraba este momento: nunca me han gustado las despedidas. Pero también sé que este año será peor, ya que el año pasado fui "sólo" la profe de psicomotricidad y sólo pasaba una hora a la semana con cada grupo de peques. Este año he sido tutora todo el curso de una misma clase. Y en parte son mis niños. 

Sólo me queda disfrutar de esta semana. Sentirme feliz por haberlos conocido y estar orgullosa de todo lo que han aprendido. Me llevaré conmigo el cariño que me han dado, que ha sido muchísimo y este año me ha hecho mucha falta. 

PD: También sólo me queda esta semana de estudio intensivo. Esta semana va a ser de mucha emoción.
Y cuando menos te lo esperas, cuando crees que todo va por el mal camino, que tu vida programada hasta el último detalle se va a pique, de repente ocurre lo imprevisto.

Después de todo, siempre seré una romántica

Después de todo, siempre seré una romántica
¿Sabes? Me hubiera gustado que hubieras sido tú. Ahora no hablo por sentimientos, sino que me hubiera gustado haber contado nuestra historia a alguna pequeñuja de ojos claros. Haberle contado que tuvimos muchos problemas, pero que supimos superarlos juntos y que lo más importante fue siempre el sentimiento que nos unía. Contarle que tuvimos épocas en las que no nos dirigimos la palabra y aunque llegáramos a odiarnos, algo hacía que todo reviviera de nuevo. Enseñarle fotos desde que nos conocimos, esas en las que ambos tenemos caras de niños. 
Y no es por ti, tengo muy claro que nunca hubiera sido viable en realidad, pero soy de esas tontas que viven enamoradas del amor, y confié en que era posible tener un futuro con el que consideré mi primer amor verdadero, ese que me hizo llorar lágrimas de sangre. Me hubiera parecido bonito tener una larga historia de amor que contar.

Debería de aprender a vivir con los pies en el suelo y no idealizar la palabra amor. Pero a la vez me maravilla que a pesar de haber sido destrozada, todavía confié en el amor. Y espero encontrarlo. Pero esta vez, quiero el de verdad.
A veces es preciso entregarse a alguien para ver quién es uno. A veces hay que desenvolver cosas para llegar al corazón. A veces sale mal. Y duele. Pero siempre se aprende. 

Autoestima

Autoestima
Pequeñita. Muy pequeñita. Así me siento.
Hay días en los que me siento insignificante. Como si no valiera para lo que hago. Como si nada de lo que hago mereciera la pena. Esos días una mirada diferente o una palabra dicha de otra forma, se me clava en lo más hondo del corazón y me hace trizas. Y duele. Mucho. Y no sé recomponerme. Pero tampoco sé qué necesito para ello. Sé lo que me pasa pero no encuentro una solución. 

Contrariedades de la vida 34

Contrariedades de la vida 34
Se acaba la jornada laboral. Sales de trabajar puntual. Te diriges al aparcamiento. Un coche está aparcado detrás del tuyo. Ves como todos los coches de alrededor se van, menos el que impide que tú puedas marcharte. Te acuerdas de toda la familia del desconocido conductor. Después de un cuarto de hora, aparece, con calma, y aún se para a hablar con otra persona. Te vuelves a acordar de toda su familia. Por fin llega al coche. Te dice que ha tenido un día de perros y se va. Sin más. Ni un "perdón" o nada similar.

AVISO: Me he quedado con tu matrícula. Espero que no vuelvas a aparcar detrás mío...

27

Oficialmente ya hace 27 años que estoy dando guerra. 
El cumple en lunes parece que sabe a poco, no tienes plena conciencia de que sea un día "festivo" pero está siendo bonito. Una llamada (bueno, en realidad 3, más un par de mensajes, porque no oí el móvil) a las 12 de la noche que me hizo mucha ilusión; una postal preciosa; mensajes y muestras de cariño de mucha gente y algún que otro regalito :) 

Hace un ratito ha aparecido mi madre con un trozo de torta y una vela. El número 27 estaba hecho de azúcar. Me ha encantado. Y este año ha cambiado algo. Siempre que soplo las velas de cumple pido un deseo para mí, aunque no recuerdo ninguno exactamente. Este año he soplado la velita por otra persona y mi deseo también va por él. Nunca se han cumplido mis deseos, pero espero que este año sea la excepción que confirme la regla.

El tío de la flauta de pan

El tío de la flauta de pan
Esto ya me viene mosqueando desde hace más de un mes.
Vivir en el centro del pueblo es bueno para algunas cosas pero también es malo para otras. 
Hace cosa de un mes, se ha instalado en el puente de debajo de mi casa, un señor ecuatoriano con su correspondiente flauta de pan. Toooodos los santos días se planta allí desde bien pronto hasta bien entrada la tarde y a soplar por el instrumento como si no hubiera un mañana. Son músicas que no me disgustan. Pero aguantar eso toooodos los días, siempre las mismas melodías y teniendo que estudiar... Basta ya, por favor
Hay momentos del día en los que me encuentro silbando las musiquillas del señor en cuestión y eso no puede ser. 

Me dan ganas de bajar a la calle y darle dinero, pero con la condición de que se cambie de sitio. Por lo menos hasta que pasen las opos.