De repente. Sin avisar. Sin ser invitado. Pero se ha colado por debajo de la puerta.
Nadie lo ha llamado y nadie lo quiere. Pero allí está.
No le ha importado nada, ha venido y se ha quedado. Se ha agarrado con fuerza a nuestros corazones, impidiendo dormir por la noche y llenando los pensamientos de cosas feas e inquietantes.
Los desamores, los estudios e incluso el trabajo han pasado a un segundo plano. ¿Qué más me da a mí que no me quieran? Eso ahora no me importa. Quién me lo iba a decir. Decía que mi mundo se había venido abajo por un amor incomprendido. No sabía lo que decía. Es ahora cuando todo se ha vuelto del revés y yo no sé ni qué hacer.